El doctor André Voulgre había reunido una pequeña colección relacionada con la salud: curiosidades, botellas y utensilios de prácticas antiguas.
El médico podía actuar físicamente sobre el paciente a través de la sangre (sangría, sanguijuelas, ventosas), a través de enemas de diferentes orificios (glúteos, lavado de nariz, pera de enema, lavado de la intimidad), o químicamente a través de aplicaciones cutáneas (bálsamos y cremas) o tratamientos administrados a través de las vías respiratorias (fumigaciones) o digestivas (pociones, pastillas, caldos).
Los preparados prescritos por el médico fueron preparados por el boticario o farmacéutico local. Luego, ya en el siglo XIX, se distribuyeron remedios y medicinas a nivel nacional, generalizando las medicinas industriales.